miércoles, 15 de junio de 2011

Paredes en 3D y mensajes intemporales: Roger Waters - The Wall en Barcelona


Roger y la gente


Martes, 19 de octubre de 2010
Las salas de espera aeroportuarias siempre están llenas de personas, pero a la vez, no hay lugar más impersonal; aquí todo es transitorio y nada suele quedar. El vuelo a Barcelona sale en siete horas. Artículo de portada de la Rolling Stone argentina del mes: la puesta en escena de The Wall, que ha comenzado en septiembre, con una extensa entrevista a Roger Waters. Demonios personales, la metáfora del muro, el complejo de Edipo, la paz mundial y las desgastadas relaciones con David Gilmour son los temas angulares.


¿Por qué es tan importante The Wall? 23 millones de discos vendidos para una obra que sentó bases en lo musical, en lo cinematográfico y en la realización de espectáculos en vivo. Tres series de conciertos a lo largo del tiempo; la primera, un descalabro financiero y logístico de sólo cuatro presentaciones en 1980. La segunda, de carácter celebratorio en el Berlín que había visto caer el muro, en 1990. Y esta tercera, que sirve también de despedida a la carrera de un Roger Waters que, con 67 años, ya ha hecho más que suficiente para dejar una fuerte huella en la música de nuestro tiempo. En 1982, Alan Parker utilizó la música de Pink Floyd y las imágenes del ilustrador Gerald Scarfe para llevar The Wall a la pantalla grande, convirtiéndose en una película de culto.

Bueno ya, pero si su valor histórico es lo importante, ¿qué hace Waters poniendo su obra en escena otra vez? ¿No es la vieja historia del “necesitamos el quibo, así que a tocar muchachos”? Veremos.


Sábado, 13 de noviembre de 2010
Compro mi entrada en El Corte Inglés de Portal del Ángel. "Las de pista se agotaron hoy y quedaban muy pocas en ese sector", me dice una catalana de ojos azules, de forma ejecutiva pero educada. Unos días más tarde, se anuncia una segunda puesta en escena para Barcelona para el miércoles 30. Es la primera vez que recibo una entrada envuelta en doble papel de regalo. Primer mundo pues, pienso.


Viernes, 25 de febrero 2011
En su grupo de facebook, Waters publica actualizaciones sobre los shows que ya se han llevado a cabo y sobre la temática de The Wall en esta época. Invita a los visitantes a la página a enviar fotos de sus familiares caídos en conflictos bélicos, y nota también que muchos de los que se acercan a pedir autógrafos son cazadores de autógrafos "profesionales". Hace una observación a la gente que va con celulares a los conciertos, manifestando su desacuerdo con que haya tanto teléfono junto fotografiando y filmando el show. Pide a los asistentes que por favor se concentren en la música... pero creo que ese muro no va a caer.


Martes, 29 de marzo 2011
12:00. Francamente, cualquier día hubiese sido mejor que este para un concierto épico. He dormido sólo 6 de las ultimas 48 horas. El proyecto de fin de curso me amarra. Las relaciones a distancia, la visa de estudiante, la fragilidad de la vida y la concha de la lora. Barcelona luce gris y lluviosa, como si el invierno dijera no, no me quiero ir. Si no fuera este día, me iría a mi casa a dormir. Pero llevo veinte años esperando por el show, así que unas horas más, con amenaza de lluvia, no van a hacer diferencia. 




20:30. El Palau Sant Jordi es una arena a todo dar. Alguna vez alojó los partidos del Dream Team, la selección norteamericana de basket, durante las Olimpíadas de Barcelona. Hoy un hormigueo incesante de gente lo recorre. El panorama que más disfruto, sin embargo, es el de los padres rockeros que les explican a sus hijos adolescentes de qué va el show. Uno de ellos, de no más de catorce años, lleva la polera de los martillos. Hay esperanza frente a Hannah Montana.


21:05.Las luces siguen encendidas. Suena Mother de John Lennon y la Plastic Ono Band. Recuerdo que Waters lo menciona como uno de sus discos favoritos y que ambos tienen sendas canciones llamadas de esa manera. Luego entra Come Together de los Beatles y A Change Is Gonna Come, de Sam Cooke. Muy apropiadamente, la última canción que suena antes del show es Imagine de John Lennon. La gente aplaude de forma espontánea y no sé si es por la canción o por exigir puntualidad. 


21:35. Una voz anuncia que el show va a comenzar. Acorde a lo publicado por Waters en facebook, se le pide al público no usar flash; muy pocos harán caso. Yo entre ellos.





21:40 Suenan en un solo de trompeta las notas de In The Flesh? y algo debo decir: 32 años después del estreno de la obra, reconforta ver que la gente aún salta asustada de sus asientos, cuando la calma armónica de las primeras notas se rompe con la fuerza de las guitarras. En medio del público de la pista, dos soldados salen y dramatizan la ejecución de un muñeco que representa a Pink, el protagonista de la historia. Waters aparece de chaqueta de cuero negro: "So you thought you might like to go to the show..." Un avión se estrella contra la parte construida del muro antes de comenzar The Thin Ice. La gente aplaude y enloquece, sus años súbitamente arrebatados. 




21:45 “Daddy’s flown across the ocean...” al sonar los primeros acordes de Another Brick In The Wall (Part I), las fotos de los caídos van llenando el muro, que de forma paulatina se comienza a levantar. Créditos para Mark Brickman, el iluminador del espectáculo original y del de hoy, y para Mark Fisher, arquitecto no sólo de este show sino de la “nave espacial” del tour 360˚ de U2. Entra la breve The Happiest Days Of Our Lives, aprovechando todo el ancho del muro semiconstruido y la fuerza de las proyecciones con tecnología 3D mapping. 




21:51 “El cerebro procesa de igual forma las imágenes reales que las de ficción y crea las mismas reacciones emotivas”. Lo dice Gemma Lienas, autora catalana, y al entrar Another Brick In The Wall (Part II), no puedo sino darle la razón. Entra el muñeco del Teacher enfrentado al coro de niños que cantan el “we don’t need no education”. Me siento como un pelotudo por las lágrimas que asoman, generosas, en mis ojos. Pero al ver a los costados, y distinguir a mis compañeros de asiento todos con la mirada vuelta un río de cristal, sólo puedo pensar que ante el arte vuelto espectáculo todos somos un solo manojo de sentimientos.




21:57 “Bona nit, Barcelona, gràcies por venir”, saluda Waters en correcto catalán. Anuncia que la siguiente proyección en el muro es una filmación original de 1980 de él tocando Mother, reconstruida tecnológicamente. Esta vez, la metáfora de la Madre está más asimilada a las formas de control de los gobiernos actuales que al plano personal de la historia. Esto queda más claro cuando, al comenzar Goodbye Blue Sky, los aviones bombarderos que aparecen en pantalla dejan caer cruces, estrellas de David, hoces con martillo y lunas del Islam, bien mezcladas con los logos de Shell, Mercedes Benz y un par más de símbolos corporativos. Las proyecciones tienen tal fuerza visual y combinadas con la música, logran que casi nadie se dé cuenta de que, poco a poco, el muro sigue levantándose. Por cierto, la dulce voz que en 1979 decía “Look mommy, there’s no plane up in the sky” corresponde a Harry, hijo de Waters, que hoy con 33 años toca los teclados en la gira. 






22:11 What Shall We Do Now, versión original de Empty Spaces, suena mientras se recrea en pantalla la escena de las flores, aquella por la que, alguna vez me dijeron, la película se prohibió en Bolivia. Le siguen, con fuerza, Young Lust y One Of My Turns, mientras la pantalla se llena de un erotismo enfermo acorde con el tono de la historia.




22:26 En Don’t Leave Me Now, aparece el tercer muñeco, muñeca en este caso, la figura femenina que atormenta a Pink. Waters canta frente al escenario, mientras quedan pocos ladrillos para completar el muro. La proyección de una mujer que mira enigmática al artista precede a la entrada de Another Brick In The Wall (Part III), una explosión de luces que saca a la música y al público del sopor de una canción densa. 




22:32 Ubicado detrás del muro y con sólo un ladrillo faltante, Waters canta Goodbye Cruel World. La oscuridad generada deriva en que las pantallas de los celulares, reemplazantes en el siglo XXI de los encendedores, se hagan más notorias que nunca.




El descanso no sería memorable si no fuera por dos detalles: 1) Roger agradece en el muro a todos quienes enviaron sus fotos a la web 2) Ubico entre los ladrillos de la pared la foto y reseña de Salvador Allende, un referente latinoamericano de resistencia al poder.








23:00 Sobre el muro íntegramente en blanco, suena Hey You. La proyección de un gigantesco par de ojos y las luces de cañón como helicópteros dan el ambiente para Is There Anybody Out There? En eso, una trampilla se desprende del muro y Roger aparece sentado cantando Nobody Home para pasar casi de inmediato, con un cambio de iluminación, a Vera. 




23:13 Uno de los momentos más emotivos de la noche se produce cuando suena Bring the Boys Back Home. Escenas reales de soldados que se reencuentran con sus familiares se proyectan sin más ciencia, produciendo una nueva oleada de kleenex entre varios de los asistentes, dejando un momento de lado la tecnología 3D en pro de la sencillez de la imagen grabada en cámaras caseras. "Every gun that is made, every warship launched, every rocket fired signifies, in the final sense, a theft from those who hunger and are not fed, those who are cold and are not clothed" (Cada arma fabricada, cada nave de guerra, cada cohete lanzado significa, al final, un robo a aquellos que pasan hambre y no son alimentados, a quienes pasan frío sin tener abrigo). Esta frase de Dwight Eisenhower se proyecta sobre imágenes de víctimas de guerra, su mayoría niños.






23:15 Una de las canciones más esperadas de la noche, Comfortably Numb. Sólo Roger y el público haciendo coros. Ah, y desde lo alto del muro, David Kilminster, a quien Waters llama “Monstruo”, haciendo el solo de guitarra.




23:23 De manera apropiada, las proyecciones 3D vuelven a comenzar con The Show Must Go On. El muro parece retorcerse al principio y luego se llena de color gracias a los efectos de iluminación. Comienza In the Flesh y entra una marca registrada de Pink Floyd: el cerdo volador, esta vez ataviado con los mismos símbolos religiosos y corporativos vistos en Goodbye Blue Sky. Waters, de abrigo negro, reencarna esa parte de la película jugando a disparar a la gente con una metralleta, mientras la parafernalia pseudo-nazi cubre la totalidad del muro. 




23:31 Nueva serie de proyecciones, esta vez al estilo Banksy (ver apartado) para Run Like Hell. iResist, iLose, iPay... textos que, mezclados con imágenes de Mao y Hitler, entre otros, se mofan de la impronta del naming desarrollada por Apple, en un nuevo guiño (poco amistoso) al mundo corporativo. La canción acaba con un homenaje de Roger a Namir Noor-Eldeen y Saeed Chmagh, periodistas de Reuters asesinados en 2007 en Irak de manera negligente por tropas americanas.


23:37 Junto con Waiting for the Worms, aparecen en el muro-pantalla los icónicos martillos marchantes, mientras Roger canta los coros ayudado por un megáfono. La breve Stop hace que se frenen las proyecciones y da lugar a la escena del juicio.




23:42 Lo que más recuerdo de The Trial es que, de pequeño, veía esta escena y me cagaba de miedo. ¿Qué hacía ese juez monstruoso acechando a un indefenso monigote? Pero es la forma en la que nos sentimos todos en el Palau en ese momento. El arte de Scarfe llena la pantalla y recrea la escena de cuestionamiento existencial de Pink.




23:48 En el éxtasis de la música ("Break up the wall!"), el muro cae. 


23:50 Outside the Wall sirve para que los músicos salgan a las luces, que se comienzan a encender en Sant Jordi. Son presentados uno a uno por Waters y uno de los aplausos más cerrados le llega a Harry, su hijo. Como en todo concierto que uno ha disfrutado de verdad, la gente duda antes de desmovilizarse.




Entonces, nuevamente la pregunta: ¿qué hace Waters poniendo su obra en escena otra vez? Pasa que han cambiado los tiempos pero los humanos no lo hemos hecho. Que hoy esta obra se disfrute en esos aparatos de los que Waters se mofa pasa a ser un detalle irónico. Así que estos demonios que se conjuraron en el espectáculo de hoy pueden ser distintos a los de hace treinta años, pero sus orígenes son los mismos. El miedo, la violencia, la guerra, son detestables pero omnipresentes. No por ser un hijo de puta Stalin dejaba de tener razón al decir que “un muerto es una tragedia, miles son una estadística”.  







Los Muros de Hoy I
3 mil millones de dólares le ha costado a Estados Unidos la construcción del muro en la frontera con México. Éste no ha frenado ni la inmigración ilegal ni el tráfico de drogas desde su casi puesta a punto y costará 6,500 millones de dólares darle mantenimiento durante los próximos 20 años. Un Senador Republicano de Ohio propone electrificarlo: "funciona con el ganado", dice, mostrando un modelo diseñado por él mismo.





Los Muros de Hoy II

El experto en muros de nuestra época se llama Banksy. Nadie sabe cómo es, pero su arte se despliega en las paredes de todo el mundo, incluyendo la Barrera israelí de Cisjordania, que separa a hebreos de palestinos. En éste, Banksy ha pintado un par de sofás y una ventana, como si de un hogar se tratase. Un anciano se le acerca para decirle que sus pinturas embellecen el muro, y cuando él agradece, el anciano responde: “no queremos que sea bonito. Odiamos este muro. Váyase a casa”.



El Autor
Martín Díaz Meave (El Tincho para los amigos) es publicista, docente universitario y fotógrafo. Ha sido también columnista en varios medios, guionista y actor en televisión. Bloguea y tuitea frecuentemente (@tinchowww) sobre fútbol, política, rock y otros temas sobre los que todo el mundo bloguea y tuitea. Se encuentra en Barcelona haciendo un postgrado en Creatividad y garabateando su primer libro de relatos.
Fuentes de apoyo:

  • The Wall: la reconstrucción. Brian Hiatt, fotos de Danny Clinch. Rolling Stone 151, Ed. argentina, octubre 2010 - Pág. 61
  • Roger Waters Interview in Absolute Radio 
  • "Un muro camaleónico" Clara Penín. La Vanguardia, Barcelona, jueves 31 de marzo de 2011 - Pág. 41
  • 'The Wall' y las lamentaciones. Luis Hidalgo. El País, Madrid, miércoles 30 de marzo de 2011 - Pág. 25





jueves, 9 de junio de 2011

La Verdad de la Milanesa 2011




"El nuevo modelo de sociedad demanda que la gente comparta su conocimiento con los demás. Si eres millonario, comparte tu dinero; si eres creativo, comparte tus ideas. Y quien se niegue a compartir su don (riqueza, talento, sabiduría...) estará socialmente muerto".

Quien lo dice es el señor Ferran Adrià en la edición de junio de Esquire España. Por algo es un genio que trasciende el campo de la gastronomía, y por algo su nombre suena cada vez que alguien habla de creatividad o innovación. Una frase breve, pero más que suficiente para justificar este micropost.



jueves, 14 de abril de 2011

Cómics: para que no digan que es fantasía (o POR QUÉ me gustan tanto)


Ayer fue mi cumpleaños número... bueno, ayer cumplí años. Como para sacar al niño interior -y ver si sigue ahí-, me fui al Salón del Cómic de Barcelona.


Uno de los invitados era el Sr. Brian Azzarello. Entre sus obras de referencia está "Joker", dibujado por Lee Bermejo, cómic de 2008 en el que se presenta una de las versiones más sanguinarias del asesino en serie más famoso de la ficción (Dexter a su lado es la Madre Teresa), que reta a Batman desde 1941. Todo comienza cuando, por una argucia legal, el villano es liberado del Asilo de Arkham y...


¡Por una argucia legal¿Cómo es la ficción, no? 
Eso no podría pasar en la realidad, es lo primero que uno piensa. 
Y sin embargo, me topo con esta noticia:


(Enlace a la noticia)


Es un alivio pensar que algunas cosas sólo pasan en la ficción.
Pero lastimosamente, la realidad siempre se da modos para superarla.
Adiós, me voy a leer mi cómic.



martes, 22 de marzo de 2011

Acabo de llegar y no soy un extraño




Cada lugar es lo que la gente hace de él. Eso es lo que hace que un mapa sea justa y solamente una referencia, letra muerta: puedes verlo cuantas veces quieras y sólo podrás saber cómo llegar, pero no lograrás saber en verdad lo que hay allí.


Estoy sentado en un banquito en la Plaza de la Sagrada Familia, con esa curiosa sensación de no ser un turista más. Han pasado seis meses de mi llegada a Barcelona, seis meses que siento como un suspiro, los suficientes como para no sentirme ni tan turista ni tan catalán. Pieles y acentos de cada rincón del planeta pululan a mi alrededor, luciendo atuendos y tecnologías tan diversas como sus procedencias, elevando la mirada hacia el monumento inconcluso que es además monumento a la inconclusión.


A mi lado llega a sentarse una madre de gafas polarizadas y abrigo oscuro, con bolsa del supermercado cercano, en pugna verbal para que su hijo y su perro -ambos en un alta de energía- no molesten con sus carreras a la gente que está tomando fotos por ahí. 


Delante mío, en un asiento similar, un hombre que no pasa de los veinticinco despierta de su sueño. Su piel es clara pero está sucia, al igual que su cabello, largo y (des)peinado con dreads. Son las cuatro y veinte, pero el día recién comienza para este flaco de aspecto escandinavo y con ojos que gritan que la última dosis de lo que sea que se puso le ha pegado fuerte. Su ropa está en andrajos, sus pertenencias no son más que una mochila pequeña y una esterilla; su olor, detectable a metros de él, delata que hace rato que no ha estado en un baño ni su ropa ha pasado por agua. 


En ese momento, unos hombres ya entrados en años y de aspecto algo estrafalario, se sientan en el extremo opuesto de "su" asiento, mientras conversan. Él los mira como se mira a quien ha entrado a tu casa sin permiso. Los recién llegados balbucean un par de palabras en inglés que el joven no responde. Por toda reacción, toma su mochila y su esterilla y comienza a caminar, a tumbos, hacia Carrer de Mallorca, asustando a su paso a un par de turistas que han tomado posiciones en el parque para lograr una mejor perspectiva de la Sagrada Familia. Los hombres lo ven alejarse con pena y comienzan a reflexionar acerca de la juventud y el futuro de este país.
- E que tu te va a Inglaterra y ahí e otra cosa. Llegas y te dan ochociento euro cada mes hasta que encuentres trabajo, coño. A ete paí se lo etan comiendo lo moro y lo gitano, tío. Un ajco, te digo, una mierda.
Luego de este profundo análisis socioeconómico de la realidad española,  comienzan a hacer planes para lo que parece ser un conjunto musical, del cual ambos serán partícipes y accionistas, determinando que les falta sólo un trompetista al que darán una participación del veinte por ciento de las ganancias.


En pocos minutos y en pocos metros, el parque de la Sagrada Familia se ha convertido en paradero turístico, descanso de madre, dormitorio de un guiri y punto de arranque autónomo/artístico. 


Trata de meter todo eso en un Google Street View, si puedes.


Ahora que lo pienso, sí soy un extraño. Uno más, nada más. 







domingo, 23 de enero de 2011

Detalles personales del Barcelona 3 - Racing 0




Cero grados. Sí, cero grados celsius en Barcelona, donde hasta hace un par de días el invierno engañaba mintiendo que se había ido, permitiendo al mercurio subir hasta los 16˚ tranquilamente. Ya estaba guardando la frazada extra cuando el viernes el termómetro comenzó a necesitar Prozac. Por suerte, el partido de hoy estaba programado para las ocho, es decir, iba a poder tomar mi tren de vuelta sin tener que correr como loco para llegar al último tren L1 dirección Terrassa.

Cómo no hubiese querido ir al 5-0 contra el Madrid. Pero aceptémoslo, las economías tienen sus distancias y el dinero no lo compra todo. Aquél partido lo ví y viví como ningún otro que recuerde para el que me hayan faltado los 495 euros (sí, 675 dólares) que costaba la entrada de reventa en e-bay. Igual fui a Canaletas y festejé y salté y nos bajamos una de vino y hasta hubo piña que salió en la tele.

En fin. Me subo al metro dirección Zona Universitaria desde Paral-lel, para cambiar en Estación de Sants. El L3 llega ya sobrecargado de hinchas: hombres en grupo, familias, una cantidad de mujeres mayores que se me hace inusual en una cita futbolera, y claro, turistas, reconocibles por la cámara siempre lista, el mapa desplegado en la mano y la cara de fascinación que les produce el estar yendo a ver al mejor equipo del mundo. Comparto su candidez; mi niño interior está dando brincos.

Falta una hora y algo más para el partido. El Metro llega a Sants Estació, yo me bajo, el Metro se va... un momento. El resto de hinchas no se bajó conmigo. Ya me puse nervioso. Deambulo unos segundos en el cruce de dos pasillos, hasta que le pregunto a un hombre que, pan en mano, me ayuda. "Ven, será mejor que te indique", me dice, "te sirve cualquiera de las dos líneas, y tienes tiempo de sobra". Ahora el turista soy yo (nota aparte para la amabilidad catalana: siempre te indican donde ir y se aseguran que llegues).

Finalmente tomo el L5 dirección Cornellà Centre, que llega igual de lleno de hinchas.  A la salida, en Collblanc, no necesito preguntar por dónde ir, sólo sigo a la maraña azulgrana que se baja conmigo, dejando a un par de solitarios pasajeros que al fin podrán sentarse. Subido en esta marea llego a una de las Puertas Sur del Camp Nou, donde, para mi sorpresa, marcan la entrada con una folklórica rotura, nada más. El código de barras recién me sirve en la entrada misma del escenario, donde después de escanearlo me lo devuelven para souvenir. Detalle: no revisan mi mochila.



Lo siguiente es parte de la fascinación que tenemos todos con el espectáculo, los espacios abiertos y el fútbol: busco mi puerta, la 224, y al subir la grada ahí está: monumental, maravilloso, el Camp Nou se abre ante mis ojos, mi ojos se abren ante él. Sí, estoy aquí. Mi niño interior ya se hizo pis de la emoción. Ubico mi asiento y no demoran en salir al campo ambos equipos, aún en tenida de entrenamiento, para terminar de precalentar. Aprovecho para tomar la foto de circunstancia, esa típica "yo estuve ahí". Otro detalle más, faltan 15 minutos para que comience el partido y las graderías parecen desiertas; el momento de iniciarse el lance, las tribunas se pueblan mágica y ordenadamente.

Y otro detalle más: recuerdo cuando prohibieron que el reloj del Hernando Siles marque la hora, "para que los jugadores no se sientan presionados". Aquí el cronómetro marcha normal y no por ello el fútbol se desluce, todo lo contrario: se nota que los jugadores de ambos equipos tienen presión, otra cosa es que responden a ella con fútbol.

90 segundos de iniciado el partido y un golpe de suerte me permite registrar esta belleza de pared entre Messi y Villa para que Pedro la empuje con el pecho:




32 del 1er. tiempo. Un derribo en el área permite a Messi anotar de penal, alentado por su pueblo:



El tercero, de Iniesta, es en el arco del frente y ya no lo registro. El resumen estrictamente futbolístico lo pueden encontrar aquí o aquí, yo sólo diré:
  • Cantidad de gambetas, amagues y maravillas con la pelota: más de las que pagué por la entrada.
  • Cantidad de "oooooh"s de admiración del público (y míos): bastantes, no conté.
  • Cantidad de aplausos y vítores personalizados: cinco (para Pedro, Messi, Iniesta, Xavi y Valdés)
  • Cantidad de faltas con melodrama-pierde-tiempo: cero.
  • Cantidad de futbolistas de cristal tirados en el piso esperando que entre la camilla: cero.
  • Cantidad de reclamos al árbitro a gritos, casi a cabezazos: cero.
De que hubo faltas, las hubo (de hecho, se lesionó Puyol al medio tiempo y lo reemplazó Piqué, cuya novia ahora al parecer será mi vecina). Pero lo que más hubo fue fútbol, claro y simple, vistoso, ofensivo y de toque, ese que está haciendo que este equipo entre a la historia. Así que me voy contento. Ví al Barça de Guardiola reponerse de la caída contra el Betis, que fue una buena llamada de atención, y dar un espectáculo digno de lo que es: el mejor equipo de fútbol del mundo.

Detalle final para no pasar por alto: son las 22:10 y ya estoy en la acera del túnel del Metro. El partido comenzó a las 20:00, el descanso duró 15 minutos exactos y hubo 3 minutos de adición en total. Es decir, empezó y terminó a la hora que debía y todo el mundo a casa. Si para algo no se necesitan miles de millones de euros, es para ser puntual.